sábado, 21 de noviembre de 2009

Bajo la sal

Les he de contar, que el cine nacional (mexicano) no es de mi total agrado, no digo que haya malos actores, por que en realidad si hay algunos cuantos que son excelentísimos, pero otros, pues honestamente ni hablar, y aclaro que me refiero al cine actual, por que del cine un poco más clásico -confieso que me gustan las peliculas de Cantinflas-, como sea, iré al punto.

El otro día en la TV pasarón una peli mexicana (por supuesto que reciente) llamada Bajo la sal, la trama me gustó y es parecida a los casos de mujeres desaparecidas en Cd. Juaréz, Chihuahua, ésta se desarrolla en un lugar llamado Santa Rosa, un pueblo con una salinera,  donde desde hace años ha habido casos de asesinatos sin resolver. El comandate Trujillo llega de la capital para ayudar a su colega Salazar (quien es el jefe de la policia del lugar), el doctor de la salinera los acompaña a ambos a la autopsia de una de las victimas en la funeraria. El hijo del propietario de la funeraria es un tanto Freaky (el asiste a la prepa del lugar), y esta enamorado de una chava que atiende una cafeteria, y resumiendo un dia este chavo decide ir a esperar a la chava a la salida del trabajo, él la ve irse en un taxi y la sigue, y descubre que trabaja en un burdel; en fin, el chavo le dice que la quiere, y que todo mundo merece ser protegido por alguien y le dice que por que no deja ese oficio, y la chava le dice que se va a ir a la capital, pero para ese entonces, Trujillo piensa que las victimas tienen una obvia relación con la escuela donde estudia el chavo, y pues este señor, va a la escuela a pedir documentación de las victimas, y el prefecto le dice que se perdierón en un incendio, Trujillo no se la cree del todo, pero sigue investigando. El chavo le dice al prefecto donde estaban guardados los documentos, ya que como era un chico problematico, un día lo pusierón a guardar en ático esos archivos.
Luego Salazar aparece muerto, y en la noche en que él chico se le declaró a la chava los atacan y él chavo se haya amordazado y vendado, y descubre que él victimario era alguien de su escuela. Trujillo se percata de que el chico esta desaparecido (al igual que la chica), entonces se da a la tarea de buscarlos, y encuentra un fin trágico, y no les cuento en lo que termina, para que la vean, je je!. Se las recomiendo ampliamente, no creía que se pudiera crear una peli decente de suspenso en mi país. Les dejo algo más de info y un enlace para verla online.

Director: Mario Muñoz
Actores: Plutarco Haza, Ricardo Polanco, Humberto Zurita, Emilio Guerrero, Irene Azuela, Moisés Arizmendi, Julio Bracho, Blanca Guerra.
Año: 2008
Datos/Notas: La peli se filmó en Guerrero Negro (Baja California Sur), el soundtrack al parecer incluye canciones de Marilyn Manson, The Horrors, Radiohead y The Cure.


 Perdón, pero sólo la encontré en mega-video, el enlace está aquí.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Primer Premio: "Con el viento a favor".

 Hola Chicos!! estoy muy feliz por que tengo mi primer premio oficial, jeje! me lo dio Noelia, aquí les dejo enlazado su blog. Y pues más tarde rolo el premio, se lo daré a 6 blogs. Y ustedes deciden si lo distribuyen, o sólo lo postean en su blog.

y sólo respondan esta pregunta: ¿A dónde irías en la moto si tubieras el viento a tu favor?, cualquier lugar es posible por que es una moto mágica, ok?

Y pues les cuento que iría al pasado, recorrería ciertas epocas y lugares que me gustan del pasado, el pasado de hace siglos, y también recorrería el mundo del presente. Ah! y por cierto también iria a visitar a mi abuelo, ya que no lo conocí.

He aquí los blogs ganadores:
Q' POK-IMAGINACIÓN (Alex)
DESDE MI CEMENTERIO (Eluge)
From the Darkness (Roxana Giselle)
Neo Vampiros (Darío)
Vαмρуяιѕмє  (Esteban)
Just Cristy (Christina)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¡No se duerma en el metro!

Autor: Mario Méndez Acosta

Hay cosas en la vida, y eso incluye a esta ciudad de México, que más vale que nunca averigüemos. La ignorancia nos permite dormir con placidez en la noche, y concentrarnos en nuestros respectivos trabajos. Por ejemplo: ¿se ha preguntado usted qué les sucede a las personas que se quedan dormidas en el Metro, cuando éste llega a la terminal de una línea, lo que causa que no escuchen las advertencias que les piden abandonar el vagón y sigan adelante en el mismo, adentrándose en un profundo túnel oscuro que aparentemente no lleva a ninguna parte? La verdad es que esa es una de las cosas que en realidad no nos conviene averiguar, si es que queremos mantener la ilusión de que vivimos en un universo nacional.
Sin embargo, no está de más tomar algunas precauciones sencillas, que bien pueden evitarnos experiencias en verdad lamentables. Una de ellas es la de no dormirse nunca en el Metro, en especial, después de la puesta del sol.
Para Arturo Marquina, periodista ya no tan joven, y autor ocasional de relatos de ciencia ficción, cuentos de horror y novelitas policíacas nunca publicadas, su descuido le produjo un extraño desarreglo que sus amigos califican casi de locura. Se niega Arturo, quien es una persona sensata, racional y de buen humor, a acercarse siquiera a las entradas del Metro. Se rehúsa también a pasar por encima de las ventilas o registros del sistema de transporte colectivo de esta capital. En eso puede ponerse hasta agresivo y desagradable. Marquina se niega a hablar de esa extraña fobia que le aqueja. Siempre logra desviar la conversación cuando se le interroga al respecto. Sólo una vez, en una cantina de Bucareli, después de varias horas de consumo y animada conversación, llegó un momento en que se puso serio e hizo una advertencia a uno de los amigos que le dijo que utilizaba el Metro cotidianamente, y en especial a altas horas de la noche.
“¿Llegas a alguna terminal a esas horas?”, preguntó Arturo. Ante la respuesta afirmativa, nuestro amigo abandonó su discreción. “¿Tú sabes lo que le ocurre a las personas que se quedan dormidas en los vagones que siguen avanzando después de la última estación?”. –“La verdad, no”-, repuso el compañero. “Yo sí lo sé”, continuó Arturo. “Esto que te voy a contar no es un cuento, te pido que me lo creas, por tu bien. Nunca lo repetiré ante ustedes”.

“Fue justo hace un año. Serían cerca de las 11:00 y salía yo del trabajo después de un día durísimo. Tomé el Metro en la estación Hidalgo, y me dirigí hacia Tacuba. Ahí transbordé hacia Barranca del Muerto. Ya a esa hora, el Metro va casi vacío. Cerca de Tacubaya me quedé dormido. El tren llegó sin duda a la terminal, sin que yo despertara. No oí la distorsionada voz que de advertencia sale del sistema de sonido, ni el insistente pitido del silbato electrónico que anuncia las paradas. Unos segundos después, cuando ya el vagón se dirigía hacia el inquietante túnel que continúa el trayecto, alcancé a ver el letrero y la insignia de mi estación de destino, la cual quedaba atrás. Con preocupación y fastidio, pude ver que no iba sólo. Unos asientos más adelante iba un tipo viejo y desastrado, en evidente estado de ebriedad, que seguía dormido y cabeceaba con cierto ritmo. Pensé que quizá el tren cambiaría de vía y regresaría por el mismo trayecto en unos instantes más. Pero no fue así. El vagón siguió adelante, se desvió hacia la derecha y después de avanzar varias decenas de metros, hizo alto en un lugar totalmente oscuro. El motor se detuvo, y lo mismo la ventilación. El silencio más absoluto cayó sobre nosotros. Fue entonces cuando las luces se apagaron. Ahí empecé a sentir algo de miedo. Había un poco de claridad, proveniente de la parte posterior del túnel. Por fortuna traía mi linterna de bolsillo, y además ésta tenía pilas. Me paré y me dirigí a mi aún dormido compañero de tribulación. Me acerqué a él y lo sacudí por el hombro. Me preguntó qué pasaba y rápidamente le expliqué nuestra situación. Respondió con una imprecación y puso su rostro contra la ventana para tratar de ver dónde nos hallábamos. 


Me di cuenta que este vagón se quedaría ahí toda la noche, por lo que me dispuse a tratar de forzar una de las puertas. Era inútil. Me convencí que sólo saltando a través de una de las ventanas podríamos salir del carro. Fue entonces cuando oí un ruido en el techo. Algo cayó encima del vagón y lo recorría. De pronto, se escuchó otro ruido en el extremo opuesto del carro. Dirigí el haz de mi linterna y pude ver una sombra que caía al suelo después de haber entrado por la ventana.
-¡Vaya, al fin!... ¡Oiga, necesitamos que nos ayude a salir!”-.
No hubo respuesta.
El borracho fue más directo. Avanzó hacia el intruso y lo tomó por las ropas.
-¡Sáquenos de aquí! ¡Esto es un atropello, malditos burócratas!-.
El extraño no respondió, sólo levantó una mano. A la luz de mi linterna pude ver que era blanca como la harina, delgada y fibrosa, y con unas larguísimas uñas que semejaban garras. Como un rayo, esa mano rasgó la garganta del pobre vagabundo. Fue entonces cuando vi el rostro del ser que tenía enfrente. Pálido, calvo, con enormes ojos amarillos, orejas largas, una nariz grotescamente respingada con dos protuberancias carnosas en la punta. Vi como abrió la boca llena de dispares y puntiagudos dientes, que pronto recibió el borbotón de sangre que salía del desafortunado pasajero. Fue en esos momentos cuando recibieron mis narices la patada del nauseabundo olor que despedía esa criatura. El espectáculo y el olor me hicieron de inmediato vomitar. En medio de las arcas de la basca, escuché otro ruido metálico detrás de mí. ¡Alguien más entraba al vagón por otra ventana! No esperé un segundo más. Me lancé hacia el primer intruso, que aún se cebaba en su víctima, y derribándolos a ambos llegué a la ventana por donde había penetrado el primer monstruo. Escuché un forcejeo detrás de mí, con el que sin duda el invisible perseguidor se habría paso también entre la pareja víctima-victimario que se interponía entre nosotros. Salté fuera del vagón y logré caer en el suelo sin dislocarme siquiera un tobillo. Emprendí la huída, como un poseso, hacia el extremo iluminado del túnel. Detrás de mí se dejaba oír un jadeo que acompañaba rítmicamente a un penetrante chillido.
La luz aumentaba poco a poco. Sentía que mi perseguidor rápidamente iba descontando ventaja. Decidí voltear la cabeza... y quizá eso sea lo que más me ha desgraciado la vida de toda esa experiencia. Vi a un ser similar al que había despedazado al pobre ebrio en el vagón, nada más que éste mostraba una regocijada sonrisa idiota. En la penumbra del túnel veía su tez, amarillo limón, y su larga frente con que se relamía con anticipación. Por fortuna, de frente llegaba otro tres de vagones del Metro. Salté a su paso y alcancé la parte central del túnel. Mi perseguidor no quiso hacer lo propio. Recorrí los últimos metros que me separaban ya de la iluminada estación. Al llegar a ella, subí al andén. Justo a tiempo. Unos metros atrás la criatura, que se había desplazado por el techo del túnel, asida de sus largas garras, tanto de manos como de pies, cayó detrás de mí y alcanzó a lanzarme un zarpazo a la pantorrilla”.
Arturo nos mostró una cicatriz, que aún dejaba ver las huellas de una prolongada infección que apenas había sido dominada.
“Ya en el andén, emprendí la carrera hacia la calle. No me detuve hasta llegar a mi departamento, donde atranqué la puerta y me refugié en un garrafón de mezcal.
Me expliqué por qué en los talleres del Metro se trapea y se friega con tanto esmero el piso de los vagones todas las mañanas. ¡No se duerman en el Metro! Si lo hacen, corren el peligro de, por lo menos, no volver a dormir nunca más con tranquilidad”.

Cuento leído por Clauzzen en "Hexen, el libro negro" de la estación Reactor 105. Source: Clauzzen.org

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuando la esperanza muere al último

Muy bien, de nueva cuenta otro año más, 19 inviernos de vida. Estoy molesta por que mi mejor amigo (léase mi hermano postizo) no me visita, no me llama, bueno, si lo hace, pero SÓLO el día de mi cumpleaños, ahorita es temprano, pero sé que me vendra a buscar por la tarde, hace más de un año que no lo veo, la última vez que hable con él, me molesté por una tontería. Adrián es mi mejor amigo desde la secundaria, como ya lo mencioné con anterioridad, él es cómo el hermano que jamás me dierón mis padres, siempre nos entendiamos a la perfección; entendiamos los silencios que haciamos ante otra persona, las miradas hablaban más que las palabras, él es un ser que quiero mucho, aunque aun estoy molesta por que le creyó más a otra persona que a mí!!!, eso es terrible, bueno, en realidad eso ya lo olvidé, pero me molesta que desde hace 3 años, sólo me dé un regalo en mi cumple, y ese sea el único día del año que lo puedo ver, mientras que él sabe que desearia que no me diera ningún regalo, pero si me diera más tiempo, aunque, tal parece que se ha olvidado de mí. Adrián no sabe que mis gustos han cambiado mucho, no sabe que la musica que escucho es otra, él no sabe que he madurado, que he tenido 3 novios, lo que eso equivale a que 3 veces me han roto el corazón y que él ni si quiera se ha enterado, es más, ni si quiera sabe que estoy molesta con él, y que el año pasado le pedí a mi mamá que le dijera (en mi cumple), que me habia ido de fiesta con los nuevos amigos, que conocí este año en la uni, cuando en realidad estaba escondida en la obscuridad de mi cuarto. No le respondí al mensaje que me mandó a mi cel, sólo para ver si se dignaba a llamarme y no lo hizo. Y con eso de que él suele perder facilmente los celulares, por lo tanto no es fácil localizarlo. Ya sé han de pensar: "¿Y por que no lo va a buscar a su casa?", pues créanme que lo he hecho, lo he buscado, no muchas veces, pero lo así ha sido y no lo he encontrado; él se la vive en el trabajo, lo malo es que no se donde trabaja, y su familia es muy cerrada, por lo tanto no me dirian, y a parte él tiene su casa propia, así es, a pesar de tener menos de 23 años, él ya posee su propia casa, aunque se la renta a su hermana, o eso fue lo último que supe.
Este año planeaba irme de viaje, por que sentia las ganas de depurarme, y creí que en fechas de mi cumpleaños, seria un buen autoregalo, pero luego pensé: "Quizá sea seguro, que me visite Adrián, mejor pospongo el viaje para año nuevo",  y aquí estoy,  mendigando su visita. Él sabía que mis gustos musicales eran un tanto radicales, pero no creo que le cruce por la mente, la idea de que soy gótica, así es ahora lo soy, mejor dicho ahora sé que lo soy. Quisiera compartirle tantas cosas nuevas que ha habido en su ausencia, cosas malas y buenas, las decepciones y las pérdidas, las grandes emociones y las tragedias. También estoy molesta, por que murió mi abuela el año pasado  y casí perdí a mi papá este año, sin embargo él no estubo allí. Aun así lo esperaré esta tarde, quiero verlo antes de partir, quiero contarle algo que mi madre no sabe. Tengo un extraño tumor cerebral, que está muy desarrollado, lo bueno de ello, es que no afecta mis actividades cotidianas, y desgraciadamente es maligno, lo descubrieron muy tarde, gracias a que un día tropecé y me dí un gran golpe en la cabeza, que me descalabró, y mis amigas insistierón que fuera al médico; así fue, aquel día el médico me hizo estudios y descubrió tal cosa en mi cabeza. Desafortunadamente, ya era tarde.

De cualquier forma creo que a veces, es necesario llorar en un hombro, pero no en un hombro cualquiera, si no en uno que realmente sienta tu dolor, en uno que te comprenda. Por lo tanto, creo que esperaré en la tarde a Adrián, en la puerta.

sombras que han pasado...